PROPÓSITOS DE ENERO…PARA TODO EL AÑO

Los propósitos de año nuevo recaen  sobre nuestro exterior y lo que opinan los demás de nosotros.

Enero es el mes de los propósitos. Empezamos el año prometiéndonos a nosotros mismos (y a los demás) que abandonaremos tal hábito o haremos mejoras en algún aspecto de nuestra vida.

Ponemos mucha presión sobre un solo mes y de cierta manera esperamos ver unos resultados increíbles en un corto período de tiempo. Y cuando eso no sucede nuestra determinación flaquea y nos vamos olvidando de esos propósitos.
Los propósitos de año nuevo en una gran parte recaen sobre nuestro exterior y lo que opinan los demás de nosotros: Voy a perder peso, voy a “arreglar” algo muy concreto de mi físico, voy a aprender a hacer algo porque está de moda o es útil. Esto último sin tener mucho en cuenta que quizás nos gustaría aprender a hacer algo solo porque nos gusta, sin necesidad de que sea algo productivo o con lo que vayamos a alcanzar objetivos más allá de tener un rato agradable.

Somos un centro de yoga, y como estamos en esa categoría de opciones que fomentan el bienestar, somos testigos todos los años de este fenómeno.

¿Ponerse propósitos es malo? En absoluto. Si creemos que la vida hay que disfrutarla al máximo eso solo lo podemos hacer a través del crecimiento, de nuestro desarrollo. Y no es posible crecer si no nos proponemos metas que alcanzar.
Pero podemos optar este año por unos propósitos diferentes. Unos propósitos que tienen que ver con poner en armonía el exterior y el interior.

Que fomenten el autocuidado global, sin dañar nuestra autoestima. A efectos prácticos, si uno de tus propósitos es asistir a clase de yoga, puedes proponerte venir a hacerlo apreciando simplemente el hecho de disfrutar de la clase. Valorar el tener esos ratitos en la semana para dedicarlos a ti mism@.

Que los 60 minutos que duren la clase sean de provecho porque te hacen sentirte bien, no porque sean un instrumento para algo más allá de la práctica de hoy. Si lo haces cada clase será un propósito cumplido, con la satisfacción que eso nos da, y no un motivo más para exigirnos objetivos que no están alineados con nuestra verdadera felicidad.
El propósito es disfrutar de cada clase, reconocernos a nosotros mismos haciendo un esfuerzo, apreciando todas las partes de nuestro cuerpo que nos están permitiendo seguirla.

Enfadarnos con nosotros mismos porque no alcanzamos una supuesta perfección nos va a alejar de cumplir esos propósitos que nos habíamos marcado, en vez de acercarnos a ellos.
Y si hay un asana que no nos sale bien, lo aceptamos. No es tirar la toalla ni mucho menos, pero el hecho de aceptar que algo no nos sale y que no pasa nada por ello es liberador. Puede considerarse un pequeño contratiempo dentro de la práctica, que en nuestras cabezas y de manera ideal haríamos de forma fluida y perfecta. Pero es que enfadarnos con nosotros mismos porque no alcanzamos una supuesta perfección nos va a alejar de cumplir esos propósitos que nos habíamos marcado, en vez de acercarnos a ellos.

No se trata de resignarse y no hacer nada. Sigamos intentándolo, aprendiendo, pero reconociendo las pequeñas alegrías de ese proceso y aceptando que vamos a hacerlo lo mejor que podamos hoy, y mañana es una nueva oportunidad de disfrutar.

Aprovecha este mismo momento, en el que estás leyendo este post para reevaluar los propósitos que te habías marcado para este año. Piensa si puedes mantenerlos pero cambiando la perspectiva en la que los vas a conseguir: teniendo siempre presente que el autocuidado. No es lo mismo la tenacidad que la presión.
Y si no te habías planteado ninguno precisamente porque huyes de esa idea de que simplemente por cambiar de año hay que dar la vuelta a tu rutina como si fuese un calcetín, piensa si estas ideas pueden aportar algo positivo a tu día a día.